Ateo en el paraíso

Es difícil ser creyente cuando vives tan cerca del paraíso. Mientras ese cerebro de pensamiento único repartido entre las cabezas de la masa de fieles que inunda las calles de Madrid pasa calor en la urbe y cree en un único Dios que promete el paraíso, yo cojo a mi Eva de la mano y me voy de camping a la costa gaditana, donde el paraíso es mío, sin ningún portero que cobre la entrada. En estos tiempos donde la mano del hombre ha degenerado el litoral en una orilla de ladrillo da gusto poder sentirse humano en una playa virgen donde la vista solo alcanza a ver arena, monte y agua. Ojalá que ese virus al que mal llaman progreso no alcance nunca los paisajes vírgenes frente a las costas de África.

Iros a la mierda todas las religiones que prometen un mundo de placeres después de muerto, cuando no hay placer mayor que este mundo que destruyen esos paletos incultos y horteras que alcanzan el poder y "tunean" las costas generando unas riquezas de las que solo unos pocos disfrutan. Iros todos a tomar por culo con vuestra puta riqueza. Cambio todo el dorado de vuestros metales por el dorado de mis orillas y toda vuestra puta plata por la espuma de mis mares. A veces prefiero ser el norte de una maltratada pero esperanzada África que ser el sur de una interesada y desilusionada Europa. Iros a la mierda con vuestras leyes, vuestros dogmas, vuestros códigos éticos y vuestra moral y dejadme ser un hombre libre cuyo pensamiento no esté manipulado por entidades elitistas donde los logros se miden en escalas de poder. Que os den con vuestras putas buenas formas y malas intenciones y con vuestra puta hipocresía y falsedad que yo... me voy pa'l sur.